Aurora Boreal by Åsa Larsson

Aurora Boreal by Åsa Larsson

autor:Åsa Larsson
La lengua: spa
Format: mobi
Tags: Policíaco
publicado: 2003-01-01T02:00:00+00:00


Es Kristina Strandgård quien abre la puerta.

—Hemos venido a buscar a Sara —dice Rebecka—. Vamos a una fiesta de niños y ya llevamos cuarenta minutos de retraso.

El miedo se trasluce en los ojos de Kristina. Mira de reojo hacia el interior de la casa, pero no se aparta para que entren. Rebecka oye que tienen invitados.

—Pero nos habíamos puesto de acuerdo en que Sara estaría con nosotros este fin de semana —dijo Kristina, buscando los ojos de Sanna.

Sanna fija su mirada insistentemente en el suelo.

—Por lo que yo sé, no os habéis puesto de acuerdo en nada —dijo Rebecka.

—Espera un momento —insiste Kristina, mordiéndose nerviosa los labios.

Desaparece en la sala de estar y al cabo de un momento se presenta Olof Strandgård por la puerta. No sonríe. Con los ojos taladra primero a Rebecka, después se vuelve hacia su hija.

—¿Qué tonterías son éstas? —gruñe—. Creía que nos habíamos puesto de acuerdo, Sanna. A Sara no le sienta bien que la lleven de un sitio para otro. La verdad es que me defrauda que le hagas pagar todas tus ocurrencias.

Sanna se encoge de hombros pero sigue mirando tercamente hacia abajo. La nieve le está cayendo sobre el pelo y se le posa como un casco de hielo en la cabeza.

—¿Vas a contestar cuando te hablo o es que no me puedes demostrar respeto ninguno? —inquiere Olof con voz controlada.

«Tiene miedo de provocar una escena cuando hay invitados», piensa Rebecka.

El corazón le late con fuerza pero da un paso hacia adelante. Le tiembla la voz cuando se pone a la altura de Olof.

—No estamos aquí para discutir —le dice—. O va a buscar a Sara o me voy con su hija directamente a la policía y lo denuncio por secuestro. Juro sobre la Biblia que lo hago. Y antes de hacerlo, entro en su sala de estar y armo la de Dios es Cristo. Sara es la hija de Sanna y la quiere tener ella. No tienen elección. La van a buscar o entra a buscarla la policía.

Kristina Strandgård mira intranquila por detrás del hombro de su marido.

Olof Strandgård sonríe sarcástico a Rebecka.

—Sanna —le exige a su hija sin dejar de mirar a Rebecka—. Sanna.

Sanna mira hacia el suelo. Casi sin que se note, niega con la cabeza.

Y entonces ocurre. De golpe, Olof cambia de carácter. Su expresión es ahora preocupada y herida.

—Entrad —dice dejándolas pasar al recibidor.



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